
El británico Mark Cavendish encontró al fin su victoria en la Vuelta a España y ya luce etapas de las tres grandes. En Lleida, tras 172 kilómetros, se impuso con una facilidad pasmosa. Aunque bien podría haber sido su lanzador, el australiano Matthew Harley Goss el vencedor de la etapa. Aprovechando una curva de 90 grados, el gregario de Cavendish se llevó a su líder y dejó al resto del pelotón de los sprinters a 10 metros. Goss se paró en la recta para celebrar el triunfo de su jefe y el estadounidense Tyler Farrar pudo así clasificarse segundo. La progresión de Óscar Freire en su rehabilitación camino del Mundial es palpable: fue sexto en un sprint que ya estaba decidido muchos metros antes de la pancarta.

Ni esta jornada ni la de mañana son propicias para buscarle las cosquillas al líder Igor Antón. Ni siquiera la amenazadora presencia del viento en la salida de Andorra provocaba más inquietudes que las justas en el seno del equipo Euskaltel, que vive una situación nueva e ilusionante en sus 17 años de historia, con el triunfo más grande a su alcance. Se comentaba que en los últimos kilómetros, ya cerca de la recta y esa curva a 350 metros, 'la curva Goss' a partir de ahora, podía moverse el aire de costado y ligeramente favorable. Es decir, se barruntaban las condiciones idóneas para la producción de cortes en el pelotón. Sin embargo, la carretera, bien ancha, eliminaba el miedo a los abanicos. Y, además, no aparecía un equipo capaz de ejercitar esa suerte. Se podría haber pensado en el Liquigas, pero al grupo de Vincenzo Nibali, el corredor más amenazador para Antón por sus mejores dotes contra el reloj y su cercanía al maillot rojo (45 segundos), tiene que guardar sus fuerzas y no tiene una capacidad sobrada para ponerse a tirar a bloque como una locomotora para cortar al pelotón. En todo caso, en estas etapas de llano, elige trabajar para que Daniele Benatti, su sprinter, remate una victoria de etapa que no llega por la falta de velocidad pura que actualmente tiene 'seco' al velocista italiano.
Y, de repente, a 16 km de Lleida, apareció el Garmin. Y se cumplieron las premisas: el viento era de costado pero ligeramente frontal y la carretera no era precisamente estrecha. En cualquier caso, los nervios aparecieron y se asomó Fabian Cancellara para colocar a Fränk Schleck en lugares seguros y el Euskaltel en bloque para hacer lo propio con Antón, primero, y después ocupar la cabeza y cerrar cualquier maniobra peligrosa. Los grandes líderes de la Vuelta pasaron pocos nervios y durante apenas un par de minutos. Inmediatamente después, todos los sprinters se aplicaron en el ritual de las llegadas masivas. En las últimas tres etapas ha tardado en formarse la fuga. Unos 60 kilómetros pasaron para que un alemán, dos franceses y cuatro españoles enfilaran el viaje por delante del pelotón. A 22 de la llegada, el afán de los equipos Quick Step y Footon finiquitó una aventura con acentazo gallego, pues de los cuatro españoles, uno era Piedra y los otros tres del Xacobeo: Gustavo Rodríguez Iglesias, David García y Gustavo César Veloso.
Mañana se disputará la 13ª etapa, entre Rincón de Soto (La Rioja) y Burgos, sobre 196 kilómetros. De nuevo se consultarán los anemómetros y probablemente se repita una llegada al sprint.