
El maillot amarillo pasa a manos de Alberto Contador tras una fatal e inoportuna maniobra de Andy Schleck. El madrileño ha sabido recortar entre la angustia de su rival, los últimos kilómetros de la subida a Balès y una bajada vertiginosa con Samuel Sánchez y Robert Gesink hasta Bagnères de Luchon.
El Tour, por fin, ha acabado de romperse. Igual que la cadena de la bicicleta amarilla de Andy Schleck. El luxemburgués, dejará de utilizar ese color en su carrocería y en su vestuario después de una avería fatal, inoportuna e incluso inexperta para un ciclista de su talla. Justo cuando atacó a falta de menos de tres kilómetros para coronar el único peligro del día, Balès, su intento de meter el plato grande para a su vez meter miedo a Contador, acabó por traicionarle a si mismo e instaló todo tipo de sensaciones en su cabeza.
Contador, junto a Samuel Sánchez y Denis Menchov, dudó por unas décimas de segundo, pero procesó en su mente que se habían acabado las dádivas amistosas. Todos esperaron en Spa, Andy y Cancellara no pararon el tren sobre el adoquín camino a Arenberg y este lunes Alberto ha hecho lo propio en su intención de renovar su condición de campeón en París.
El hasta hoy líder de la carrera vio como iba perdiendo compañeros en la subida a Balès. Jens Voigt, Sorensen y su todavía verde escudero Fuglsang se quedaron a medio camino mientras el azul de Astana controlaba a su antojo la situación. El momento en que se rompió el mecanismo más básico de la herramienta de trabajo de Andy Schleck tuvo varios momentos destacados: Su grito ahogado maldiciendo ("Fuck!") y un pensamiento en el que lo primero que le vendría a la mente sería la cara de su hermano Frank. Al final, su clavícula ha sido más decisiva de lo que cabría esperar.
Por delante se quedaron los despojos de la fuga del día y una selección natural hecha por los también ganadores en esta jornada. Alberto Contador quien recuperó su prenda más preciada y los propios Menchov y Samuel, quienes acabaron recortando 39 segundos valiosos respecto a Andy Schleck y la aspiración de ambos por trepar en el cajón parisino.
La eterna bajada hasta Bagnères de Luchon, de casi 20 kilómetros, fue propicia para el asturiano de Euskaltel, quien a sabiendas de que está en su terreno, tiró de este trío. Por detrás, con diferencias que se movían en un puñado de segundos y toneladas de desesperación, se movía Andy Schleck quien asumió una bajada suicida para no perder el tren del Tour de Francia y, de paso, la ocasión de seguir luciendo la misma bicicleta que le ha traicionado.
En meta venció Thomas Voeckler (Bouygues), quien culminó la escapada en solitario que inició entes del ecuador de la subida a Balès, y a pocos segundos entraron Alessandro Ballan (BMC) y Aitor Pérez Arrieta (Footon), únicos supervivientes de la fuga del día. El tiempo, 39 segundos, fue la marca que sacó Contador y su grupo a Andy Schleck y ahora el pinteño es líder con ocho de diferencia sobre su amigo y rival.
La responsabilidad está ahora en el líder del Tour y del Astana, y la mochila de presión recae sobre el flaco del Saxo Bank, quien ahora, sí o sí, no tendrá más remedio que atacar. Este martes o el jueves en el Tourmalet tendrá que intentarlo y Contador, defenderlo.