
MAÑANA SÁBADO COMIENZA Lo podremos seguir en España a través de Veo 7. Estamos ante una de esas carreras que lo tienen todo para enganchar a los aficionados al ciclismo. El Giro de Italia 2011, que mañana comenzará en Turín con una contrarreloj por equipos, aúna un recorrido monstruoso de montaña -demasiado duro para los tiempos que corren en este deporte- y una participación que cuenta con el mejor corredor del mundo para pruebas por etapas, Alberto Contador, además de la mejor promesa que ha tenido el ciclismo italiano en los últimos años, Vincenzo Nibali, junto a un grupo de buenos corredores que darán espectáculo hasta el 29 de mayo.
Porque de eso se habla hoy en día en el mundo del deporte, del espectáculo que se pueda ver en la carretera, de las audiencias televisivas, en suma de un deporte profesional especial, pero que vive, como todos los demás, del interés que logre concitar entre el gran público. Italia, para estas cosas, lo borda. Lo tiene todo. Miles de aficionados que además son practicantes, una organización muy fuerte que controla todo el ciclismo del país, un periódico, 'La Gazzetta dello Sport', que se vuelca con el Giro y con este deporte, más un seguimiento televisivo muy amplio. Es difícil que el Giro no resulte un éxito. Para completar esa guinda, Italia sólo necesita que Vincenzo Nibali pueda con Alberto Contador. Eso sería la culminación a todo lo que hemos citado.
Contador sólo tiene un enemigo: él mismo. Un Contador pletórico, tranquilo a nivel sicológico, con la cabeza puesta en el día a día no tendría problemas para poder ganar, aunque las carreras hay que correrlas. Es superior a Vincenzo Nibali, al menos al Nibali que vimos hace un año. También a David Arroyo, Michele Scarponi, Joaquín Rodríguez, Igor Anton, Stefano Garzelli, Roman Kreuziger, Carlos Sastre y, por supuesto, a Denis Menchov, que puede ser el peor rival que tengan todos. El ruso es uno de esos ciclistas que resulta un peligro latente en la carretera. Tampoco hablamos de una participación como la del Tour, ni mucho menos, pero sí que se puede decir que es interesante, con cartas muy marcadas.
Y todo para hacer frente a una salvajada de prueba. Una carrera que tiene ¡ocho llegadas en alto! queda muy definida: es una prueba para escaladores. Si además nos encontramos con sólo una contrarreloj plana, en la última etapa, en Milán, con 32,8 kilómetros, más una cronoescalada corta de 12,7 kilómetros y una crono por equipos para comenzar, todo lo que no sea el triunfo de un escalador no se contempla. Hay tanta dureza que no sabe uno ni por dónde comenzar. Llaman mucho la atención los finales en el Grossglocner (13ª), Zoncolan (14ª) y Gardeccia Val di Fassa (15ª). Esas parecen las mayores trampas que presenta este Giro.
También están los finales en Montevergine di Mercogliano y el Etna, en los nueve primeros días, aunque esas son otro tipo de montaña. Por si todo lo que hemos citado fuese poco, la última semana de la carrera nos regala la cronoescalada, dos finales en alto, dos etapas de alta montaña y la contrarreloj final. Lo dicho, un empacho de montaña de unas proporciones biblícas y consecuencias más que imprevisibles.
06/05/2011